Margaret
Drabble utiliza el título como metáfora de un embarazo involuntario y llevado a
término contra todas las expectativas. El proceso de la gestación en un estado
de ambivalencia, rodeado por una serie de anotaciones de índole social. Integrarse
a esa otra esfera humana, la maternidad cambia el tono hacia la introspección,
el cuestionamiento interno y el análisis social; un lente minucioso que diseca
la intimidad de una mujer solitaria.
Las
heroínas de Drabble, estas brillantes mujeres -capaces, analíticas e
inteligentes- no lo son tanto al enfrentarse a las relaciones humanas y al
amor, como tampoco lo son sus contrapartidas masculinas, sujetas a las mismas
indecisiones. En ellas existen los conflictos intemporales de comunicación,
afecto o trascendencia, pero también -mucho más evidentes- los de la mujer
contemporánea: la maternidad como esclavitud o gozo, el matrimonio como atadura
castrante o compañía, la libertad sexual como desencanto o gratificación, la
necesidad de independencia económica como elemento inherente a la dignidad, la
familia como una incógnita sin resolver en el panorama del abismo generacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario