Aunque es un libro de 1930, a mi parecer
su mensaje es plenamente actual. La rabia y el resentimiento que
destila una adolescente hacia su madre, una mujer egoísta únicamente preocupada por el estatus social y las apariencias, se aprecia con
una intensidad asfixiante cada vez que nos adentramos más en sus páginas. Al
final la autora consigue que sienta una mezcla de alegría ante el efímero y
cruel triunfo de la joven y compasión hacia la inmensa desilusión de la
madre. El hecho de que continuamos viviendo en una sociedad en la que se
aprecia a las personas por sus triunfos económicos más que por sus cualidades
morales, en la que los medios publicitan la fama y el dinero como el
único camino hacia esa “ansiada felicidad” que anhelamos y que a
principios del siglo XXI sigamos buscando y transmitiendo como valor
irrefutable la aprobación social me hace pensar… Jo, ¡qué poco cambia el
corazón humano a lo largo del tiempo!
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